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Soy el último de los míos
Soy el último de los míos, ya no hay nadie con quién hablar. Ayer mismo, mi mujer estaba a mi lado. Juntos, hemos evocado nuestros tiernos años.
Mi querida esposa acaba de dejarme. No hemos tenido hijos, no nos hemos atrevido. El mundo -nuestro mundo- ha cambiado tanto.
Recuerdo a mi padre volviendo a casa una tarde, agitado: había visto un Blanco. Fue hace mil lunas. Desde entonces, el cielo encima de nuestras cabezas ya no es exactamente lo mismo.
Hemos vivido, como vivían los antiguos, como inquilinos en esta Tierra. Pero otros llegaron y dijeron: “aquí, de ahora en adelante, es nuestro”. ¿Qué hubiéramos podido contestar? Teníamos millones de palabras para designar millones de plantas, de pájaros, de peces, de mamíferos, pero ninguna para : “propiedad, propietario”.
Soy el último de los míos. Conmigo desaparecerá lo que me había enseñado mi padre, que lo aprendió de su abuelo.
No sé escribir. Mi lengua es bella y compleja, pero se canta en el viento, se dibuja en la arena.
Y mañana, cuando yo también haya desaparecido, todos vosotros habréis perdido algo.
Félicie Dubois